PROVINCIA DE SEVILLA
Está situada al suroeste de España y es una de las ocho provincias de la comunidad autónoma de Andalucía. Posee una población cercana a los dos millones de habitantes, en una extensión algo mayor de catorce mil kilómetros cuadrados, distribuyéndose su población en ciento cinco municipios y la ciudad de Sevilla, que a su vez es la capital de Andalucía.
Esta provincia meridional de la Península Ibérica, se abre al mar a través de las marismas y mediante el gran río Guadalquivir y sus afluentes, como el Genil, Corbonés, Guadaíra, Viar…, en el eje de la depresión bética, atravesando la provincia de este a suroeste. Resaltar su especial ubicación para las comunicaciones, tanto hacia el Atlántico y el Mediterráneo, como hacia Europa y con el resto de las provincias andaluzas. Sus importantes infraestructuras marítimas, aéreas, terrestres y ferroviarias, contribuyen al potente desarrollo de primer orden.
La Vega del Guadalquivir nos lleva a disfrutar de una importante actividad agrícola y agroindustrial, por la gran fertilidad que sus tierras tienen bañadas por estas aguas. La industria se desarrolla en la capital y su área metropolitana, así como en los varios municipios superiores a veinte mil habitantes; en el sector de servicios, el turismo es el motor de la economía sevillana. Su fauna y flora, su riquísimo patrimonio monumental y cultural, sus alojamientos, su gastronomía, sus ferias y tradiciones…, y sobre todo sus gentes, hacen que esta milenaria provincia disfrute de los restos y costumbres de tantos y tantos pueblos que han ido pasando y configurando la actual personalidad sevillana.
El atractivo de la provincia y su completa oferta hacen de Sevilla uno de los más demandados destinos turísticos. El Aljarafe brinda a los visitantes un marco idóneo para comprender el pasado tartésico, romano y árabe, contagiándose de la alegría de sus gentes y de sus vinos. La Vía de la Plata, la Sierra Norte y la Sierra Sur desvelan los secretos de los montes entre ríos, calzadas, puentes, pantanos y vegetación, con numerosas actividades de ocio, asociadas al aire libre y una exquisita gastronomía serrana, en la que abundan los platos de caza. El corredor Guadalquivir-Doñana, espléndida huerta y arrozal sevillano, nos trae el sabor a cangrejo y pescaíto, a marisma, a jara y a romero. Por último, La Campiña luce, flamenca, sus hermosas ciudades –hermanas pequeñas de la capital bañadas, como ella, por las aguas de los brazos del río Guadalquivir–, que guardan la esencia, la monumentalidad y el encanto del paso de los siglos.
La influencia que el Río Grande tiene en la provincia de Sevilla es resaltada desde los tiempos que se pierden en la historia.
De esta comunión de tierra, agua y trabajo, nace el interés de tantos pueblos por esta provincia. El valle que crea está encajado entre Sierra Morena y las Sierras Béticas de Cádiz y Ronda. Los paisajes, su flora y su fauna, se contrastan en sus apenas centenar de kilómetros, así como la desembocadura en las marismas del Guadalquivir, antiguo Lago Ligustino romano base de los excepcionales arrozales, dentro del Parque Nacional de Doñana. La flora como el enebro, brezo, pino piñonero, anea, alcornoque… y la fauna como el meloncillo, la perdiz común, el lince ibérico, el flamenco, el águila imperial… y su extensa variedad de aves migratorias en las rutas africanas y europeas constituyen uno de los espacios más impresionante para avistar y disfrutar en y con la naturaleza.
La Sierra descubre otro excepcional paraje natural a lo largo del territorio donde con sus encinas, alcornoques, madroños y matorrales de gran tamaño crean ese monte alto; dejando con la jara, el romero, el tomillo y vistosas y aromáticas flores un lugar al monte bajo. Otra zona de sierra transformada a la explotación del medio, son la dehesa y el olivar, que permite una alta diversidad de flora y fauna. La dehesa, de fin ganadero, aprovecha los pastos y las bellotas, dando alimento y hábitat al toro, al caballo andaluz, al cerdo, el mochuelo, el mirlo, a la jineta… Otra explotación agrícola singular en estos parajes es el olivar, donde resalta el principal cultivo arbóreo de Andalucía: el olivo, y su variedad doméstica el acebuche. El aceite, la aceituna, los molinos, las haciendas… son productos y estancias conocidas en todo el mundo. La hacienda, heredada de la villae romana, es el edificio del campo andaluz, convirtiéndose a partir del siglo XVII en el gran centro de explotación del latifundio de producción del olivar, la vid, los cereales, la ganadería, etcétera. En este tipo de construcción la arquitectura culta urbana concluye con la tradición popular, convirtiéndose en cortijo inicialmente cuando se dedica sólo al cereal. En los pueblos de toda la provincia son frecuentes las arboledas, parques y jardines, macetas floreadas y, cómo no, el naranjo amargo, sin faltar esos árboles americanos y palmeras, ficus, magnolios… Enseñando al visitante una original fórmula del jardín autóctono como es el patio sevillano.
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